Por su parte, Lisette Oropesa, no tan conocida por los liceístas, pero que dejó una huella importante en sus dos actuaciones previas con Händel y Verdi, demostró una vez más la calidad y amplitud de un instrumento que proyecta con insultante facilidad, de exquisita técnica, y el amplio repertorio que abarca, con una muy meritoria romanza de zarzuela “Madre de mis amores” de Monte Carmelo de Federico Moreno Torroba, una extraordinaria “Je veux vivre” del Roméo et Juliette de Gounod y una cuidada y divertida escena de L’elisir d’amore junto a Camarena; es de esperar que la soprano estadounidense cuya bisabuela era de Barcelona, pueda a volver pronto al Liceu.
Lisette Oropesa es una artista muy notable, que dispone de una voz de soprano lírica abundante y rica que ella maneja con dominio y habilidad, tal vez más adecuada, por caudal y densidad, para los papeles dramáticos
El programa, amplio en ese abanico, fue además extraordinariamente generoso, tanto como la cercanía de la cantante. Oropesa no lo puede evitar. Es simpática y extrovertida, y necesita el contacto constante con el público. No importa si canta o no. Ella es pura comunicación permanente.
Y generoso y grande también es su nivel interpretativo, ya que la soprano es dueña de un instrumento, y de unos conocimientos, propios de los mejores. Y por eso es un privilegio escucharla; porque cante lo que cante, lo hace con sabiduría, e imprimiendo un estilo que recuerda a épocas donde deslumbraron los grandes como De los Ángeles o Callas.
Oropesa ha esibito una bella incisività nel recitativo, eseguendo poi con perfetta musicalità e un suono dolce e vibrante l’aria, prima della funambolica cabaletta dove la precisione dei trilli era sostenuta da un eccezionale controllo del fiato e si accompagnava sempre a una ragione espressiva. Notevolissima poi nell’articolazione della frase, nitida e priva di qualsivoglia artificio, nell’intensa pateticità di “Adieu, notre petite table” da Manon di Massenet.
Lisette Oropesa que en diciembre inaugurará la temporada de La Scala, aportando la mejor interpretación de la noche, una aria de la ópera americana 'he Ballad of Baby Doe,
L’Amalia verdienne, en revanche, n’a plus aucun secret pour la soprano américaine : très articulé, le récitatif prépare une cavatine angélique – quel legato !!! –, puis cabalette aux fioritures devant mettre en lumière toute la ductilité de son instrument. On connaît les affinités de Lisette Oropesa avec Meyerbeer. Ainsi son Isabelle impressionne-t-elle par la variété de ses teintes et ses notes filées.
at the soprano end of the scale, Lisette Oropesa twittered very prettily through En vain j’espère from Meyerbeer’s Robert le Diable.
The soprano Lisette Oropesa showed brilliant vocal acting in her Don Pasquale nugget and later soared assuredly over the trio from Der Rosenkavalier.
the ecstatic conclusion to Rossini’s William Tell, with Finley as the Swiss freedom fighter, Oropesa’s soprano glinting again and the chorus movingly imploring: “Reign over us once more!”
Recibida con una gran ovación y vítores variados, dio comienzo a su actuación con dos canciones de Severino Mercadante que cantó con gracia, pero con la voz aún algo fría, lo que se percibió ligeramente en un sobreagudo un poco tenso. Siguieron otras dos hiperestésicas y maravillosas canciones de Schubert, y a continuación vino Schumann, desde mi punto de vista lo mejor del recital. Contenido, emocionante y cantado con una gran expresividad, atrapó al público en una atmósfera de reflexión y trascendencia. Tres canciones de Fauré y otras tres de Bizet cerraban esta primera parte. La última de ellas contenía una cadenza bastante difícil y sin acompañamiento.
The American soprano Lisette Oropesa partnered Castronovo in a Donizetti duet, but her slinky Manon (the gavotte from Massenet’s opera) and affecting Amina (the finale of La Sonnambula) were more memorable.
Digámoslo cuanto antes: el recital ha sido un éxito sin paliativos. Uno, que no es amigo de este formato, no recuerda en los últimos años una cantante con la calidad vocal de Oropesa en recital alguno. La voz es de bello color, uniformidad en todos los registros –aunque algo matizado en la zona más grave, lo que parece natural- un fraseo de calidad y una implicación con el texto digna de aplauso.
Además, técnicamente Oropesa nos ofreció detalles de alta calidad, de esos que están destinados para disfrutar casi en la intimidad. Por poner solo dos ejemplos, el trino final de la segunda pieza de Mercadante, La primavera, está alcance de pocas; y en la segunda parte, en la operística, toda la escena final de La sonnambula de Bellini fue un ejemplo de buen decir, de implicación con el personaje y de generosidad con el público pues la soprano incluyó el recitativo, muy sentido, el aria y la cabaletta final.
Durante ciento doce intensamente luminosos minutos (no están contabilizados los veinte de descanso) esta mujer, con abuelos castellanos y catalanes, desgranó -dicho sea con toda objetividad y subjetividad- toda una lección de lo que es el canto bello en su más pura acepción. Ha consolidado un status vocal pleno en la tesitura de soprano lírica de coloratura (se le escucharon ciertos ligeros efluvios hacia el canto spinto) y así lo dejó plasmado en el programa -muy bien diseñado- que desgranó para el común gozo mostrado mediante unánimes ovaciones y ‘bravos’.
Mais il faut dire que le moment le plus admirable nous est venu de Lisette Oropesa qui, depuis son domicile de Baton-Rouge aux Etats-Unis, a choisi d’interpréter a capella une chanson du saule. Pas du tout celle de Verdi ni celle de Rossini, mais celle de la Ballad of Baby Doe de Douglas Moore. Un moment d’enchantement, aidé par l’une des meilleures captations de la soirée, pré-enregistrée.
Lisette Oropesa si presenta in un abito di grande eleganza in tutto il suo splendore. La voce è agile, leggera, sorretta da una padronanza tecnica invidiabile che le consente di concentrarsi interamente sull’interpretazione delle contrastanti emozioni trasmesse dai diversi brani in programma. Oropesa riesce nell’intento di trasmettere con estrema sincerità e spontaneità e senza alcuna “costruzione”, tanto sé stessa e il suo amore per quest’arte, quanto il personaggio che, seppur brevemente, è chiamata ad essere in ciascuna aria. Il canto è sempre elegante, il fraseggio raffinato e ogni gesto, sguardo, sospiro, ogni intenzione musicale e non, è al tempo stesso naturale e studiata. Cosa chiedere di più?
From the moment she began to sing, it was evident that Lisette's is a perfect voice for Carnegie Hall. For some reason, the space is not that cordial to every voice, but Lisette sounded wonderfully vivid: it is a voice with great presence.
In "Vado, ma dove?" the soprano displayed a blooming middle range and low notes of warmth and colour without being pushed. The clarity of tone, her expressive dynamic palette, and some gorgeous piani made the aria a treat to the ear. And her flawless breath control gave aria's final measures an impressive sustained quality.
Mozart wrote "A Berenice...Sol nascente" at the age of 13. After a lively start comes a charming recitativo, followed by a long orchestra passage to introduce the aria proper, in which Lisette's fluency of coloratura was effortlessly displayed. A shift of mood leads on to one heavenly sustained tone and a delicious Oropesa trill.
Ce qui frappe d’abord, ce sont les couleurs sombres que peut prendre la voix de Lisette Oropesa, la richesse que son timbre a conquise, sans parler d’une projection qui lui permet de rivaliser sans mal avec la puissance tellurique de Ludovic Tézier. Mais elle n’a rien perdu de sa souplesse, elle allège, elle suit les moindres inflexions du texte, les notes hautes (idéales) n’ont rien de décoratif, elles sont d’une justesse de sentiment subtile. On pense sans cesse à certaine interprétation à la Scala en 1955, vous savez bien avec qui…
Yet the hottest number of the evening was Oropesa. Resplendent in a cornflower-blue dress, she defied the mikes by tossing off impeccable trills in “Caro nome” from Rigoletto and coquettishly charming the audience with “Quando m’en vo” from La bohème (a last-minute change to the program that proved to be a brilliant move). Her agile, silky soprano earned the most bravos of the night.
El cierre de la primera mitad con “Merci, jeunes amies” de Les vêpres siciliennes de Verdi fue quizás uno de los momentos más logrados de la primera mitad de la velada. El aria requiere de un artista excelente en lo vocal y lo interpretativo, y son muchos los aficionados que tienen las versiones de cantantes legendarias del pasado como referencias acaso inalcanzables para los cantantes de hoy. No obtante, Oropesa demostró que es una de las mejores cantantes de hoy, supo mostrar la ambigüedad emocional del personaje de Hélène, y no perdonó sus famosos sobreagudos, trinos y grupettos. El resultado convenció plenamente al público de Nueva York.
Donizetti’s Lucia di Lammermoor is usually found in gloomy Scotland, not paddling on a sun-soaked beach, but the brilliant-voiced Lisette Oropesa thrived there anyway.
È stato il debutto di Lisette Oropesa a chiudere la lunga stagione di programmazione della Fondazione Ravello. Tre bis e tanti applausi per uno dei più importanti soprani di oggi, acclamata sui palcoscenici dei più grandi teatri del mondo.
La Oropesa, accompagnata all’Auditorium Oscar Niemeyer dalla Nuova Orchestra Scarlatti, particolarmente ispirata, diretta da Fabrizio Maria Carminati ha dato sfoggia di tutto il suo talento interpretando sette gemme del suo repertorio: Fiorilla, Giulietta, Hélene, Isabelle, Musetta e Manon.
Para entonces y ya desde el bolero “¡Ay pobre Curro mío!” de Gounod con el que se abrió el recital, Oropesa se había metido en el bolsillo al respetable gracias a la capacidad comunicativa de su voz y de su manera de frasear. La voz es de un timbre seductor, con matices levemente oscuros en origen que adquieren brillo mediante una técnica de colocación y de proyección intachables, de manera que cuando sale, la voz tiene un temblor de emoción y una gama de colores que la hacen inconfundible. Con el sonido perfectamente cubierto en toda la gama, las transiciones entre registros prácticamente no existen, el sonido fluye con una naturalidad desarmante sin saltos ni cambios, plenamente audible en todo el espectro dinámico. Con tales herramientas técnicas a su servicio, Oropesa puede abordar con seguridad el terreno expresivo del fraseo que la ha encumbrado al podio mundial de la ópera.
Der Preis des Abends gebührt eindeutig der Newcomerin Lisette Oropesa. Sie war als Premierenbesetzung für die Lucia-Aufführung angesetzt und durfte nun zum Trost die Arie der Lucia aus dem ersten Akt singen. Dabei konnte sie unter Beweis stellen, dass sie weitaus mehr als nur eine Coloratrice mit geläufiger Gurgel ist. Ihre Stimme sitzt perfekt, hat ein ausgesprochen schönes Timbre und wird von ihr wirkungsvoll eingesetzt. Da will man dann doch bald einmal mehr hören!
A special word for Lisette Oropesa, whose character, Mater Gloriosa, is supposed to appear out of the sky. The top tier of Verizon Hall was perfectly suitable, with her in a white gown and voice sounding, well, gloriosa.
Spicca tra le voci soliste Lisette Oropesa. Dotata del pieno controllo del suo strumento il Soprano dimostra eccellenti doti tecniche mai tendenti all’eccesso.
When was the last time you caught your breath in surprise? Anyone who is passionate about concerts and frequently attends will agree that this is fairly rare and only happens when expectations are well and truly exceeded. Top performances are always expected from well-known stars but expectations not always met. However, if you sit in a concert at a small music festival where the names of the artists are unfamiliar, the surprise is all the more intense.
This is how the audience found the performance by Lisette Oropesa and Natalia Morozova in Rougemont church. The warm timbre of the soprano was already very moving at the start of Handel’s "V’adoro pupille" by Giulio Cesare.
Terminar con “¡Yo soy Cecilia Valdés!”, de Roig, fue toda una declaración de intenciones cumplidas, lograda a la perfección en las inflexiones, los cambios de ritmo, los colores, el control de las dinámicas… Y el buen humor y las ganas de divertirse. El público, como no podía ser menos, cayó rendido al encanto de la soprano que llegó a responder, con su inagotable simpatía… ¡Contando un chiste! Monumental y finísima, de una teatralidad sin límites, fue la presencia de Fernández Aguirre al piano: imprescindible sin duda, por su particular sensibilidad y su saber, en estos momentos de la nueva etapa de la carrera de Oropesa.
Lisette Oropesa brought her limpid, plaintively expressive voice to the two soprano arias.
Making her debut with the orchestra, soprano Lisette Oropesa spun out a radiant sound that communicated every hopeful, calming word in the fifth movement.
Demostró una vez más la gran versatilidad de su voz, capaz de abordar nuevos géneros e interpretarlos de manera brillante. O habría que decir, apabullante. Sus cualidades vocales son evidentes. No existe nada en la partitura, ni fuera de ella, que se le resista. Mantiene unos agudos y sobreagudos excepcionales, un centro homogéneo y unos graves muy consistentes. Y una de sus mayores cualidades, teniendo en cuenta su ligereza, un volumen de voz más que apreciable. Aunque en algunos momentos sonó un poco engolada, utiliza a la perfección el legato y la media voz. Mantiene impecable su buena dicción y gestiona con brillantez y generosidad el fiato.
Oropesa first. A noted bel canto singer – who has, by the way, also run six marathons! – she’s adept in both the long legato line and coloratura, but as her Manon showed, she’s also a lyric soprano who brings a dramatic intensity to everything she sings. Her two solos were well chosen. Amenaide’s lively Come dolce all’alma mia from Rossini’s underrated Tancredi was a gift, her flexible, open-throated, and especially open-hearted approach connecting singer with audience from the get-go. Hurling herself at the top notes with joyous abandon, it displayed the evenness of a voice that can also dip low with never a hint of ugliness. Elvira in I Puritani is a tricky role, especially launching in mid-mad scene, but Oropesa’s Qui la voce and subsequent cabaletta were stylish, fluent, and demonstrated her ease in the upper register. The Richard Tucker Award is intended to acknowledge a singer on the threshold of a major international career. Tick.
The second songs were two Mozart concert arias by American soprano Lisette Oropesa. It was a superb performance combining Oropesa's flawless technique, rich tone, and wonderful accompaniment worthy of an opera orchestra. I thought it would have been great if yesterday's program consisted of only Mozart opera overtures and arias.
Lisette Oropesa es una cantante muy querida en Madrid y con razón; posee una voz lirica ligera bellísima, canta con un excelente gusto, frasea de forma exquisita, sus agudos son limpios y rutilantes, tiene una escuela canora impecable, sobre todo para el canto legato y, además, posee un encanto capaz de meterse a cualquier público en el bolsillo. Su fulgurante carrera ahora está en un excelente momento aunque la soprano ya se prepara para cuando su voz ensanche y tenga que abordar repertorio más pesado.
La soprano cubano-estadounidense con pasaporte español Lisette Oropesa pudo lucir una interpretación dramática/cómica activa de todas y cada una de las piezas interpretadas, regalándonos momentos exquisitos con fraseos sinuosos e inteligentes, finales con filados delicados e, incluso, añadió un chiste antes de los tres bises que nos dedicó: la habanera Tú de Sánchez de Fuentes, la romanza ‘Al pensar en el dueño’ de Las hijas del Zebedeo de Ruperto Chapí y la romanza ‘Un pobre nido solo es la aldea’ de El húsar de la guardia de Amadeo Vives y Gerónimo Giménez, título que se estrenó en este mismo teatro en 1904.
Y claro, como hemos dicho, llegó la traca final: Yo soy Cecilia Valdés. ¡Y tanto que ella ‘es’ la protagonista de esta zarzuela cubana! Lo disfrutó en el escenario del Teatro de La Zarzuela pero, sobre todo, nos lo hizo disfrutar a nosotros en el patio de butacas. Sensual, coqueta, divertida, canalla, tímida…, todo esto porque ella, efectivamente, ¡ella es Cecila Valdés! Luego, las generosas propinas, el apoteosis y el delirio de los fans.
La Ganadora 2019 del Tucker Award y notable Manón del Met , Lisette Oropessa , fue clase de belcanto , su brillo vocal y simpatía logran una química inmediata con el público. Sus pianísimos crescendos e increscendos fueron absolutamente refinados, una verdadera delicia de la lirica joven americana, con una carrera fulgurante que da en acierto poseer un repertorio ideal.
Berlin was represented by select Mendelssohn songs, which the soprano Lisette Oropesa, accompanied by the pianist Gilbert Kalish, rendered with pellucid tone and unfussy styling
Il grande successo della serata è merito senza dubbio dei due protagonisti: il Maestro Francesco Izzo al pianoforte e Lisette Oropesa, stella ormai affermatasi nel panorama lirico mondiale.
Il soprano, originario della Louisiana, in un bellissimo ed elegante abito da sera nero, che ne valorizza la figura longilinea, si posiziona al proscenio e intona i primi versi dei brani di apertura del concerto (arie di Saverio Mercadante); il pubblico rimane da subito affascinato dalla purezza e dalla morbidezza di una voce immacolata, luminosa e che si espande facilmente in sala.
Oropesa’s light and dulcet tone was ideal for both the roles of Eve and the angel Gabriel
De su ópera Les Martyrs estrenada en Paris en 1840, probablemente de sus menos conocidas o representadas, Oropesa interpretaba un aria oscura “O ma mère, ma mère...Qu'ici ta main glacée bénisse ton enfant”, de un belcantismo al límite, a la vez que apropiado para exhibir unas dotes registros agudos y extraordinaria agilidad que requieren no solo técnica o eficacia, sino una suerte de don. Eso sí, intensamente trabajado.
Entre todas estas piezas, todas interpretadas a un nivel sinigual que dejó fascinado a un publico totalmente entregado, destacó Oh, nube! Che lieve per l'aria, de la obra de Donizetti Maria Estuarda, que la soprano interpretará por primera vez en su carrera en el Teatro Real la próxima temporada.
Valga subrayar los bises con los que Oropesa concluyó una velada redonda. Después de volver sobre sus pasos, la soprano tomó la palabra para compartir una información de la que había sido conocedora días antes. Su bisabuela, nacida en la isla de Mallorca, era el último eslabón en unirse a un largo linaje de mujeres ligadas a tierras hispanoparlantes en la familia de la artista.
Con motivo de ese lazo, que continúan la cantante, de origen cubano, y su madre, española de nacimiento, interpreto como colofón final la Romanza de María la O, de la zarzuela del compositor cubano Ernesto Lacuona, Maria la O y, por último, Las carceleras de la zarzuela cómica española Las hijas de Zebedeo.
Todas estas cuestiones técnicas, con ser de por sí ya sobresalientes, de nada servirían sino estuvieran al servicio del fraseo y de la expresión. Y ahí es donde Oropesa desarma desde los primeros compases gracias a la seducción y delicadeza de su manera de decir, con la complicidad de ese ligero temblor de emoción en su voz. No se puede cantar de una manera más delicada, sotto voce y a flor de labios, la Asturiana o la Nana de Falla. En las canciones de Rodrigo supo amoldar el sonido a una dicción siempre clara y una fraseo muy cuidado, delicado y sutil. Maravillosos por último los tres bises, sobre todo ese vals de El húsar de la guardia tan elegantemente cantado.
Para entonces Oropesa ya había mostrado sus extraordinarias dotes vocales. La primera, que su espléndida voz muestra timbre y resonancia igual en todos los registros; llega cómoda a la zona central y sostiene bien los graves. Además se pasea por las dificultades como si no lo fueran para ella, y ataca los agudos sin portamento alguno, con precisión segura o, a veces, deslizándose a ellos con una finura y fluidez llenos de belleza y encanto; siempre con magistral dominio de las dinámicas y cuidado en la expresión.
In the little church of Rougemont, she offers an original, diversified and balanced recital, in which she can showcase all the facets of her art: in fact, she deploys the evening during treasures of charm, intelligence and of sensitivity.The belcanto is first honored thanks to the famous "V'adoro pupille" extracted from Handel's Giulio Cesare, then to the air "Come dolce all'alma mia" taken from Tancredi by Rossini.His prodigious technique allows him an almost infinite range of colors, dynamics, breathtaking mass and ineffable pianissimi.Of Cuban origin by his parents, we then savor his impeccable Spanish in "De Espana, vengo" (El nino judio de Luna Carné),
But most of the evening will be devoted to the German Lieders, with the Drei Lieder der Ophelia by Richard Strauss and various Lieder by Schubert including the sublime "Marguerite au rouet" (Gretchen am Spinnrade).The first cycle offers Lisette Oropesa's voice their miraculous melodic drawings and the opportunity to display the most varied colors.In the Schuberts, each of the retained tunes takes its poetic charge in an iridescent murmur of the infinite nuances of an inspired voice.French music - remember that Lisette was born in New Orleans and she speaks perfect French - is also part of it with a Romance by Debussy, then the air "Je vais par tous les chemin" drawn by Manon de Massenet.In the second tune, she pays the luxury of retaining her voice, to better release the emotion,and the unique bis will also be extracted from our national heritage, the air of jewelry in Faust ... which won him a triumph;in fact, what an art to apply - as with a brush - the colors on the vowels without giving up virtuosity!
With her lively and radiant lyric coloratura and formidable acting skills, Oropesa responded deftly to both the character and situation, sensitively conveying Lucilla’s confusion as well as her tenderness.
Displaying extraordinary expressiveness, flexibility, and richness of color, Oropesa created a refined and deeply emotional interpretation of the scena. Singing with intensity and a rich, warm tone that perfectly supported the dramatic situation, she gracefully voiced the long legato lines and effortlessly negotiated the coloratura runs and trills.
Arrive ensuite Donizetti et Lucia di Lammermoor, l’œuvre initialement prévue en cette ouverture de saison et ici “réduite” à un seul air (“Regnava nel silenzio”). Lisette Oropesa, à peine remise de sa déception de ne pouvoir endosser le rôle dans l’entièreté de l’œuvre, déploie dans cet extrait son timbre clair et pur, présentant une incarnation de Lucia portée par l’énergie et une certaine candeur, aussi.
La soprano se mostró pletórica de medios desde la primera de las piezas, La stella de Mercadante: la voz corría con facilidad por la sala y su atractivo timbre llenaba hasta cada rincón del teatro. En las piezas de Schubert y Schumann mostró el enorme interés que en ella despierta este repertorio, pues las interpretó sin partitura. Demuestra, pues, que ha trabajado mucho este repertorio y, aunque es una cantante fundamentalmente operística, se defiende en este ámbito sin problemas gracias a su innata musicalidad.
Por el lado de las canciones cubanas, degustamos los delicados Cantos populares españoles, de Joaquín Nin («Montañesa» y «Tonada del Conde Sol») y la interpretada de forma muy sensual, habanera «Flor de Yumurí», de Bocetos de Cuba, de Jorge Ankermann, terminada en un agudo de preciosa factura. En la segunda parte, y para terminar con nuestros comentarios sobre las canciones, Lisette Oropesa nos maravilló con su versión de los Cuatro madrigales amatorios de Joaquín Rodrigo. Sin duda, de las mejores que hayamos escuchado en directo o en disco, sobre todo de la archiconocida De los álamos vengo, madre, con todos los adornos, trinos, picados, etc., delineados a la perfección y a un tempo muy movido.
Oropesa se mostró no solo cómoda sino incluso contenida en las primeras piezas, con una emisión firme plena de cálida morbidez, que se regodeaba en un registro medio de asombrosa riqueza, aunque sin miedo de explorar la carnosidad de las notas más graves o los holgados agudos –que, astutamente, dejó para las últimas intervenciones– gracias a una impecable calidad técnica que le permite un timbre flexible, homogéneo y brillante en todo su registro.
Destacable su control del fiato, pero más aún porque no abusa del fraseo solo por hacer alarde de su impecable legato, sino porque cada respiración está premeditadamente realizada con la expresividad justa, integrándola en el propio canto. Con la misma sencillez –por no llamarla humildad–, coloraturas y adornos fueron ejecutados con resolución pero sin regodeos ni aspavientos, de modo que no resultaron vacíos juegos de malabares sino refuerzos de la expresividad musical; y los sobreagudos, derrochando ligereza y presencia a partes iguales, fueron justamente racionados, sin ánimo de buscar el aplauso fácil.
"She has a real feeling for the French language and style" and "A light lyric soprano with a full arsenal of bel canto effects at her disposal, she wields a distinctive, bell-like timbre that is instantly appealing"
Il succitato duetto ha consentito alla brava Lisette Oropesa di scaldare la voce prima di affrontare la difficile aria dei verdiani Masnadieri, durante la cabaletta della quale abbiamo potuto apprezzare il bellissimo trillo della cantante statunitense e i suoi affascinante acuti, se presi in pianissimo. Dopo l’esecuzione della Sinfonia tratta dalla stessa opera (che ha guadagnato calorose ovazioni al violoncello solista) si è passati all’impegnativo duetto del Rigoletto fra Gilda e il Duca durante il quale la voce del soprano, così ricca di armonici, si fondeva un poco a fatica con quella tendenzialmente frigida del tenore. Seconda parte del concerto tutta dedicata alla Francia, dove una Oropesa tecnicamente pregevole, ma stranamente priva di coquetterie, ha eseguito l’aria “des bijoux” dal Faust di Gounod e il perigliosissimo “Robert, toi que j’aime” da Robert le Diable di Meyerbeer.
La soprano tiene todo lo necesario para ser la gran diva y dama de la ópera que es. Aquí lo sabemos desde aquella histórica Traviata, cuando se convirtió en la primera mujer en bisar en el Teatro Real. Una función que, además, hizo que todos los ojos de la lírica mundial mirasen a Madrid, porque todos los demás teatros del planeta seguían cerrados tras el confinamiento.
This deep dive to songs influenced by Spain fits very well to the image of Lisette Oropesa’s artistry. Spanish is her native language and French is her preferred singing language. The quickly changing, dramatic, moods of the music also fit to Oropesa’s quickly reacting personality and expression.
Her voice transforms from dark, colorful low register to very high notes. A lot can happen during one long voice. Oropesa plays with the shades of the music, she stretches time and highlights the text so that it touches your soul.
Dark emotions, pure joy and playfulness, heart-wrenching pain, and longing – Oropesa’s singing gave room for all of the emotions and they came across easily, naturally and masterfully. Everything seems to be easy and natural for this soprano.
On ne pense à ces considérations que dans les rares moments où l’on n’est pas noyé dans la beauté, la théâtralité et la musicalité des merveilleuses voix qui captivent toute la salle. Disposant d’une amplitude sonore impressionnante dans tous les registres, la soprano peut enchainer des vocalises acrobatiques avec une netteté remarquable dans son interprétation de « Carlo vive ? » d'I masnadieri. On s’amuse du fait qu’en deuxième partie, pour l’air des bijoux, Lisette Oropesa n’a plus le collier qu’elle portait pour la partie italienne du programme. Qu’à cela ne tienne, sa voix éclatante de diamants en crée de somptueux de toutes pièces. C’est finalement dans son dernier air soliste que la chanteuse américaine étourdit le plus : un « Robert, toi que j’aime » de Meyerbeer dont les lamentations dramatiques touchent en plein cœur, bien loin des pirouettes virtuoses des interventions précédentes.
All’altezza è stato il trio dei solisti ingaggiati per questa serata speciale. Lisette Oropesa è apparsa in un abito svolazzante azzurro pastello, perfetto per mettere in risalto la sua bellezza e la femminilità e soprattutto il suo atteggiamento sempre elegante, e ha sfoggiato la voce che conosciamo già e non ci stancheremo mai di ascoltare: un soprano cristallino e pulitissimo, ma pur sempre morbido. Fresca del grande successo nella Traviata, si è dimostrata una musicista raffinata e versatile capace di passare in modo naturale da uno stile all’altro, dalla musica lirica italiana della metà dell’Ottocento a quella tedesca di novant’anni dopo, dalla scrittura completamente diversa e a tratti impervia.
Excellent interpretations by all the interpreters involved.Lisette Oropesa confirms herself as a singer perfectly at ease in the bel canto repertoire, as well as able to immerse herself in the different characters she has to face in a few minutes, although so different from each other (Semiramide and Rosina in the Barbiere in the first part of the concert).
Desde el inicio, la interpretación de Lisette Oropesa fue un despliegue de virtuosismo vocal y técnica impecable; la soprano estadounidense de origen cubano dejó una impresión indeleble en el público, mostrando gran capacidad para abordar tanto la coloratura compleja propia del bel canto como los repertorios más líricos, con una maestría propia del primer nivel operístico. En “Come dolce all’alma mia” de Tancredi de Rossini, demostró un control técnico evidente, con una coloratura cristalina y precisa que realzó la agilidad de su voz. Su gran dominio del fiato, permitiéndole mantener largas frases con una afinación perfecta, quedó especialmente patente en “Oh! Quante volte” de I Capuleti e i Montecchi de Bellini. En el aria “Oh nube! Che lieve per l’aria” de Maria Stuarda de Donizetti, la soprano brilló con una línea de canto elegante y un color vocal homogéneo. Su interpretación de “En vain j’espère” de Robert le diable de Meyerbeer mostró su versatilidad y capacidad para transmitir la complejidad emocional del personaje, siendo recompensada con grandes aplausos por parte del público.
Oropesa no arrancó con un ¡boom! que rompiese drásticamente todos estos meses de sequía sino con dos canciones de Mercadante que parecían miniaturas inapreciables, diminutas por la simplicidad de su música, en las cuales la voz mostró ya su presencia, creando un mundo que era suyo, con una amplitud, una igualdad, un cuerpo y un color que sedujeron desde el principio.
Oropesa, senza soluzione di continuità, e culminate in un “tris” di bis che hanno definitivamente conquistato un pubblico rapito da due ore di concerto.
Fue el preludio antes de acompañar, juntos, a la protagonista, una de las sopranos más solicitadas del mundo y que demostró el motivo de su apretada agenda. Hablamos de Lisette Oropesa, quien deslumbró a propios y extraños con un repertorio variado en el que obras maestras de grandes como Donizetti, Verdi, Bellini o Rossini desfilaban por su garganta moldeadas por una voz que une la suavidad del terciopelo y la agradable frescura de una brisa veraniega.
Oropesa gelingt es, mit ihrem schlanken, flexiblen Sopran die in den von ihr ausgewählten Liedern beschworenen Stimmungen und Bilder einfühlsam auszuloten.
En ese sentido, la soprano comenzó el recital pasito a pasito, casi tímidamente, intentando un acercamiento con la audiencia que se produjo muy pronto durante la noche. Aprovechó asimismo esta oportunidad, para calentar una voz que se desarrolló como suele en todas sus comparecencias, con agudos sorprendentes, agilidades, buen gusto, enorme expresividad, capacidad de apianar, matizar y especialmente, conectar con el público con una calidez que a menudo no se encuentra en los conciertos ni en las grandes representaciones- diferentes- de ópera. Lució su dominio de las lenguas extranjeras, ya que, de origen hispano pero integrada en la cultura de Estados unidos, su español es, natural y se expresa y canta también en francés, italiano y alemán o inglés.
O melhor da noite ainda estava por vir, e a sequência que encerrou o programa oficial, com a ária Qui la voce e a cabaletta Vien diletto, do segundo ato da ópera I Puritani, de Bellini, recebeu de Oropesa uma interpretação arrebatadora: se a ária foi extremamente musical, a cabaletta foi de arrepiar, com uma demonstração exuberante de agilidade e domínio técnico. Era evidente que estávamos todos diante de uma grande cantora.
As we said, the vocal sector was extraordinary, starting with Lisette Oropesa.The soprano highlighted the grace of her voice, the technical cleanliness, the sparkle of a springy and bright song.He opened the evening with “Bel radius flattering” by Semiramide, painted with elegant variations and continued with the cavatina by Rosina del Barbiere (“Una voce poco fa”), light and lively, in full correspondence with the artist's temperament.
One of the striking features of the program was how quickly and seamlessly Oropesa could turn on a dime from extroverted vocal display to quiet introspection or sensuous languor in the more serious song selections. The timbre would morph from diamantine brilliance to a darker silver tone with a cool luster depending on the music.
Lisette Oropesa ha mostrato grandi doti attoriali, duttilità di fraseggio e facilità nelle colorature in “Pronta io son” dal Don Pasquale, ma la vera sorpresa è stata sentirla cantare la parte di Sophie nel trio tratto da Der Rosenkavalier di Richard Strauss con grande consapevolezza stilistica e sensibilità musicale nel plasmare le arcate di suono.
The Met technical folks went to Baton Rouge, Louisiana, to catch Lisette Oropesa who, accompanied by Michael Borowitz, sang a perfectly executed "En vain espère" from Meyerbeer's Le Prophète.
Her rendition contained some of the best singing I've heard in years.
The high point, though, for me, came from Lisette Oropesa, singing an aria from Meyerbeer’s Robert le Diable from her house in Baton Rouge: astonishing singing, her coloratura thrilling beyond belief.
Oropesa’s “Ihr habt nun Traurigkeit.” ... she sang with a touch of rubato, her lines opening up and gliding above the orchestra. There was a feeling of joy in her singing.
Because of the remote location, Lisette Oropesa's singing was prerecorded in her home at Baton Rouge, Louisiana. She offered a gorgeous, heart-rending a cappella version of Baby Doe's aria from Douglas Moore's The Ballad of Baby Doe. Before singing, however, she read an Italian translation of the American aria. Sometimes we forget how much Italian is translated for us.
Oropesa (also debut in Pesaro two years ago, alongside Sekgapane nell'Adina), opened the journey on the notes of "Beautiful flattering ray" (Semiramide, act I), the triumph of belcanto as the elegance of the line, in a coloratura of supreme abstraction and captivating precision;and he continued it on the ironic and very concrete brilliance of Rosina's Cavatina (Barbiere di Siviglia, act I), this time bending agility to the needs of an expressiveness entirely of comedy.
Enfin, Lisette Oropesa déclame avec un solide legato, une prononciation impeccable et une égalité dans les registres, de longues phrases incarnées et défendues avec une émotion palpable, notamment son entrée et sa partie conclusive où la salle frémit avec elle de l’intensité du moment et de la gravité d’un texte musical aussi impérissable.
No solamente por la magnífica dicción castellana, algo que por sus raíces latinas no le es en absoluto ajeno ni indiferente, sino por la adecuación expresiva, siempre emparentada con su fuerte personalidad operística. Y el Teatro de la Zarzuela vio por vez primera cómo brillaron de nuevo las elevadas facultades canoras de soprano lírica de agilidad que atesora Lisette Oropesa, en la que prepondera un mórbido registro central y unos firmes agudos, espléndidamente emitidos, a lo que une una presencia carismática en el escenario que atrapó al espectador desde su primera interpretación, muy personal, de la salida de Paloma de El barberillo de Lavapiés, o aquella otra de la romanza de Marola “En un país de fábula” de La tabernera del puerto, título visto recientemente en este escenario, que la americana desgranó con finura en línea melódica y picados.
Quizás la estupenda sintonía y colaboración que existe entre estos dos teatros propició la cita, que quedará siempre en nuestro recuerdo como un acontecimiento extraordinario de belleza vocal, expresividad y entusiasmo melódico. Su voz antes ligera ahora ya con un toque lírico considerable, se ha curtido en los mejores escenarios del mundo con especial facilidad para la coloratura y afrontando papeles de enorme envergadura y dificultad. Pero aquí vino defendiendo un programa todo en español, a fuerza de canciones y romanzas de zarzuela de uno y otro lado del Atlántico, llevando sus orígenes cubanos y su pasión española al límite en un recital sin precedentes.
Spicca il nome di Lisette Oropesa, soprano statunitense, che proprio con Rossini al ROF di Pesaro si è fatta conoscere due anni fa dal pubblico italiano, e che ora è una certezza del panorama lirico internazionale. Si tratta in effetti di una solida professionista: un soprano lirico-leggero dotato di una tecnica e una personalità interpretativa che le consentono di spaziare in un repertorio che va da Mozart a buona parte dell’Ottocento operistico italiano e francese. La voce, che ha un leggero vibrato e ricorda, come è stato giustamente notato, certe inflessioni timbriche della Gheorghiu, corre senza problemi anche in ampi spazi. L’emissione è rotonda e fluida in tutta la gamma e solo qualche sopracuto a volte risulta meno pieno e timbrato. In “Bel raggio lusinghier” da Semiramide, Oropesa mette subito in luce l’accuratezza del fraseggio, l’accento ben calibrato, l’ottima dizione, dominando senza particolari problemi la tessitura tendenzialmente centrale dell’aria (il ruolo viene concepito da Rossini per la Colbran), dando sfogo al registro acuto e sopracuto nella parte finale, debitamente variata con eleganza e disinvoltura. Le agilità sono buone, ma non trascendentali. Poco filologica, se vogliamo, la scelta di cantare l’aria di Rosina dal Barbiere di Siviglia, “Una voce poco fa”, che Rossini scrive per contralto, con una tessitura che oscilla per la precisione fra contralto e mezzosoprano. Anche qui, nessun problema per Oropesa, che affronta la versione sopranile con facilità, coloratura puntale ed espressiva, senza i bamboleggiamenti tipici dei soprani leggeri che un tempo avevano l’appannaggio del ruolo. Insomma, non sarà una fuoriclasse del canto rossiniano, ma sicuramente Lisette Oropesa si conferma una vocalista e un’interprete di rango.
Qui la Oropesa (che debutterà nel ruolo di Isabelle nella prossima stagione a Bruxelles) metteva in mostra tutto il suo migliore armamentario: purezza del legato, espressività contenuta eppure di grande impatto, sicurezza assoluta dell’emissione con pianissimi eterei in zona acuta, trillo da belcantista provetta e variazioni ardite mutuate dalla Sills del disco di arie francesi di fine anni sessanta, ricevendo un tripudio di applausi.
Soprano soloist Lisette Oropesa has a rich, complexly timbred voice that works well for this music.
La voce, dal timbro lirico, è omogenea in tutta l’estensione, morbida, rotonda, ricca di armonici nei centri, sale con facilità in alto pur senza la necessità di avere la sfrontatezza delle voci leggere di coloratura e mantiene fermezza e corpo anche nella regione grave. Sorretta da un legato magistrale colpisce la precisione strumentale con cui snocciola gli abbillimenti e, tra questi il più difficile, il trillo. Precisione che conferisce fermezza alla linea di canto, sempre controllata anche nei momenti di maggior espressività.
Vocally, these two delivered outstanding contributions. Oropesa’s technique is superb. She is the reigning bel canto queen in my book and the finale from La sonnambula was perfectly pitched, crowned by a sparkling “Ah! non giunge”.
Dès les premières notes ravéliennes de la Chanson espagnole (extrait de Quatre chansons populaires), on retrouve une Lisette Oropesa à la voix bien structurée, sans grands effets, dotée d'une grande maîtrise du volume sonore. Dans sa Vocalise en forme de habanera, on se plait à entendre l'impeccable et époustouflante technique vocale de la soprano, la légèreté du timbre et l'aisance des vocalises. Puis avec Les filles de Cadix de Léo Delibes, la voix se colore soudain d'accents inattendus d'un chant légèrement voilé à l'instar des interprètes du siècle dernier.
Un menu conséquent en somme, que la soprano vedette dévore avec un appétit qui semble plus que jamais venir en chantant. L’interprète confère à chaque mot tout son sens, à chaque émotion tout son poids, qu’il s’agisse d’évoquer l’amour, la peine, le rêve ou le regret. De cette Andalousie dont il est d’abord question, l’artiste restitue la chaleur et l’âme, dansante et enivrante, d’une voix aussi large que les jardins de l’Alcazar, avec un timbre aussi chaud et fleuri qu’une rue du vieux Cadix. Il y a aussi ce soleil, éclatant, qui émane d’aigus hardis mais tout en maîtrise, ici triomphaux, là presque susurrés, mais toujours d’une implacable tenue sonore. Le public s’en délecte, applaudissant après chaque mélodie cette artiste n’hésitant pas, à l’occasion, à esquisser quelques pas de danse chaloupés.
Mejoró y mucho el nivel de la gala, hasta entonces algo renqueante, la soprano Lisette Oropesa, a la que hay que agradecerle la inquietud musicológica con la inclusión de la habanera “Madre de mis amores” de la zarzuela estrenada en 1939, Monte Carmelo, de Moreno Torroba. Dicción impecable, frescura y calidez en un centro no muy amplio pero suficiente y unos agudos espectaculares y bien emitidos, supusieron una excelente presentación y sin recurrir a lo trillado. La cadencia de flauta que incluye la pieza permitió a Oropesa interpolar trinos, notas picadas… con notorios guiños a Lucia di Lammermoor y la cabaletta de la reina Margarita de Les huguenots, de Meyerbeer, roles que le son bien familiares.
Lisette Oropesa –que al desembre inaugurarà la temporada de la Scala, aportant la millor interpretació de la nit, una ària de l’òpera americana ‘The Ballad of Baby Doe’,
La franchezza e la freschezza del materiale, la superiore capacità di emozionare e l’ottimo dominio tecnico vanno al di là – o forse al di qua – della lezione callassiana: ricordano la bellezza di una Moffo come l’empito rigoglioso della miglior Caballé. O, forse, semplicemente di Lisette Oropesa: che a Pesaro si inscrive nel firmamento delle certezze del repertorio lirico e serenamente vi brilla all’ombra dell’“astro maggior” di Gioachino Rossini.
Plus rare, l’air «Tu del mio Carlo al seno» (I masnadieri), que la soprano attaque à son tour, avec un legato de rêve, sans le moindre déficit de virtuosité pour la cabalette «Carlo vive ?», éblouissante.
The opening song, Rossini’s “L’invito” from Les soirées musicales, embodies a plea to a distant lover to come and join the singer, but here it functioned as a compelling invitation to an evening of vocalism by demonstrating the gorgeous state of Oropesa’s soprano. The lovely purity and resonance one remembers from performances here are coupled with greater fullness and depth of tone, which enhance her interpretations of the lyrical operatic repertoire and may one day lead to more dramatic fare. In any case, the flowing middle section of “L’invito” sounded especially luscious.
Toute la gamme des émotions y est: la révolte, l’affliction, les coups de colère, la résignation, la tendresse. Lisette Oropesa n’est pas qu’une jolie voix de soprano colorature au timbre cristallin. Son chant s’enflamme; la voix est surprenamment longue, couronnée d’aigus percutants, quoique aucunement criards, descendant parfois dans le grave sans effet de rupture dans les registres. Un éclat radieux en émane.
This year’s award winner was Lisette Oropesa, who just one day earlier was essaying “Manon” Live in HD at the Metropolitan Opera. Oropesa’s career has been on the rise for quite some time with the soprano conquering Europe in recent years and now doing much the same on this side of the Atlantic.
Oropesa opened the night offering an aria from Rossini’s “Tancredi.” The aria “Come dolce all’alma mia” features difficult coloratura runs and a chance to show off a soprano’s virtuosic powers and high notes. It is light and playful but it ultimately doesn’t create the impact that other Rossini arias do, particularly for an opening number of a gala. Oropesa sang the aria with delicacy and a fluid coloratura line that showed her mastery of the vocal style. But it wasn’t really the best display of Oropesa’s powers nor what she could ultimately do with her lyrical voice.
She left that for the middle of the program in her “Qui la Voce…Vien diletto” from “I Purtiani.” Here Oropesa started the opening phrase with a piano sound that continuously grew in form and shape with each repetition of “Rendetemi la speme.” The voice grew in size and in expression, showing Elvira’s increasingly agitated state. As the phrase rose to a high note so did Oropesa’s sound, and she eventually descrescendoed to a mere piano that created a haunting effect.
In the cabaletta, the soprano sang with precision and exciting tempi. One particularly exciting moment was the phrases “Vien, o caro, all’amore” as she drove the tempo forward during the roulades, creating an unpredictability and excitement that one rarely hears in this aria. During the repetition, Oropesa opted for the “less is more” philosophy with her ornaments. There were sparkling high notes and interpolations that resounded and showed off the soprano’s glittering top register. But ultimately Oropesa was holding off for the final E flat that was effective and resounded throughout the hall. One thing to take note was that Oropesa also chose to sing through the whole Cabaletta instead of doing the traditional cuts in galas; this really allowed the soprano a chance to show different shades of colors.
Her final showcase was in the sextet of “Lucia di Lammermoor.” Here the ensemble decided to perform from the beginning of the second act scene allowing the performers to showcase their acting abilities. Oropesa got to bring her chemistry with baritone Artur Rucinski, creating a tense moment as she was forced to sign a marriage contract; they were so immersed in the agitation of the moment that the pen flew out of his hands at one point. They showcased raw emotions in their actions and in the famed sextet, it was all about the passionate music. Rucinski and Oropesa’s powerful voices particularly stood out in the ensemble and her final C sharp was impeccable and a great way to cap off the evening.
The soprano Lisette Oropesa, in Baton Rouge, La., sounded radiant in an aria from Meyerbeer’s “Robert le Diable.”
Fra i migliori, certamente la strepitosa Lisette Oropesa — canto perfetto al servizio di un fraseggio acuminato
One of the highlights of the 2019-2020 edition of the Gstaad New Year Music Festival was the recital of the American soprano Lisette Oropesa.In rehearsal in Paris for Le Barbier de Seville, the singer did not hesitate to make a quick return trip to Gstaad, despite the strikes in France and their batch of trains canceled, to offer a memorable evening.The program was particularly varied and eclectic, alternating opera arias and lieder, in four different languages.Unmistakable charisma, clear and luminous voice, ample and majestic, healthy and homogeneous over the whole range, with brilliant treble and perfectly assured vocalizations, Lisette Oropesa has everything to make a good career, and besides the biggest scenes are l 'tear.In Gstaad, she was especially able to highlight her musicality, her impeccable diction,whatever the language sung, and its sense of expressiveness, playing on each word, each sentence, each inflection of the score, whether in melancholy and sad compositions or in flamboyant and brilliant pages.She was accompanied on the piano with finesse and tact by Natalia Morozova, a follower of Gstaad since she has been performing there for ten years.
Nel post concerto, raggiante per la standing ovation finale tributata dal pubblico di Ravello, ha confidato di essere impaziente di debuttare alla Scala e felice di aver dato un assaggio di quello che sarà con l’interpretazione di una delle arie più complesse de I Capuleti e i Montecchi e cioè Eccomi in lieta vesta. Oh! quante volte, oh quante! dal I atto dell’opera di Bellini.
Soprano Lisette Oropesa was brilliant in Handel's lively “Da tempeste,” hitting the best high notes of the night and showing signs of being an opera star on the rise
Lisette Oropesa bescherte etwas fülligere Belcanto-Brillanz
Comenzó la primera parte, asignada a Rossini, con “Ils s’éloignent enfin… Sombre forêt”, de Guillaume Tell. De líneas más líricas para ir calentando motores, destacó por los hermosos y largos fraseos que su fiato permitía. Tampoco estuvo falta de exquisitas dinámicas que le permitían ir del piano a un forte sin grandes alardes para ofrecer su faceta más expresiva.
PESARO – Meditativa prima, poi appassionata, frizzante, esuberante, scatenata, travolgente, incontenibile. Lisette Oropesa, soprano statunitense nata a New Orleans, in Luisiana, dove si respira cultura europea, soprattutto francese, è stata protagonista di uno dei concerti più memorabili nella storia del Rossini Opera Festival, che pure nei suoi 39 anni di momenti indimenticabili ne ha vissuti un’infinità.
Mancava un concerto come quello della protagonista di Adina che non ha tradito le grandi attese.
soprano Lisette Oropesa, whose lovely, plaintive vocal colorings made one anticipate her Susanna in the upcoming Ravinia performances of Mozart's "Marriage of Figaro"
There was something deeply affecting in hearing the chorus singing once more in the theatre as Oropesa caught the eye and ear during Amina’s engrossing final scene from La sonnambula (The Sleepwalker) with more than just a little help from Felipe Manu’s cameo as Elvino. (Manu is a promising New Zealand-Tongan tenor and currently on the Jette Parker programme.) There are wondrous qualities in Oropesa’s singing and her voice has such bloom and (if she will forgive me) you could see her diaphragm working overtime to provide secure support and allow her to send Bellini’s phrases soaring. Oropesa clearly had a particularly sensitive understanding of nuance in the combination of notes and words she was singing.
Auch Lisette Oropesa ist von der Allerheiligen-Hofkirche schließlich herübergekommen. Sie und ihre beiden amerikanischen Kollegen, Matthew Grills und John Moore, geben Arien und Duette von Donizetti, Leoncavallo, Puccini und Rossini zum Besten. Besonders Lisette Oropesa singt sich mit ihrer glasklaren Sopranstimme in die Herzen des Publikums.
Lisette Oropesa démontre sa maîtrise, avec subtilité, du répertoire italien, notamment dans la virtuosité et l'ornementation, parée en sus de trilles enivrants. Le répertoire français (Marguerite, Isabelle) reprend et épanouit ces couleurs, dans une gradation des sentiments et des demi-teintes rayonnantes de transparence.
In an outstanding rendition of Douglass Moore’s aria “Willow,” Oropesa offered audiences a refined and moving performance filled with crystal clear high notes, all sung a capella.
While the performance was pre-recorded, Oropesa also recited the text for Italian audiences in a beautiful and moving reading.
Voz de soprano ligera, con una línea a la antigua, que no rehúye de abordar los graves y que muestra personalidad en todo momento. Desgranó el citado Falla, dijo muy bien los “Cuatro madrigales amatorios” de Rodrigo, puso corazón en Barbieri, Sorozabal, Lecuona y Penella, para deslumbrar en “Yo soy Cecilia” de Roig. Eso antes de las propinas, porque nadie se levantaba de sus asientos.
Lisette Oropesa abordó con inteligencia y maestría los retos presentes en el programa, que no fueron pocos. Se desempeñó con gran presencia y excelente línea vocal en toda la tesitura, abordando con solvencia las melodías, texto y partitura, en un repertorio de gran lirismo plagado de dificultades, con exactitud en la afinación y certeza en los expuestos melismas del exigente repertorio francés, o ejecutando los fuegos artificiales del Merci, jeunes amies de las Vísperas Sicilianas y sus arriesgados glissandos y filatos con precisión y fidelidad de estilo, haciéndonos sentir, además, toda la sonoridad de sus orígenes cubanos en las dos propinas, la habanera Madre de mis amores de Monte Carmelo de Moreno Torroba y la romanza de María la O, de Lekuona.
Soprano Lisette Oropesa then took the stage to perform two Mozart arias. The first, "Vado, ma dove?" K. 583, showed her ability to convey the fragility and emotional volatility of Lucilla, the character in the opera “ Il burbero di buon cuore” by the Spanish composer Martín y Soler. Oropesa, who continues to smooth out the rough edges of her vocal line and today offers a more refined and attentive singing, handled the flourishes of coloratura with enormous precision, without shortcuts or hiding places.
In “A Berenice… Sol nascente,” K. 70, the soprano exhibited great vocal control in the recitative, flying over the Met Orchestra, and navigating with ease the technical demands of the aria. The Met musicians, following a very communicative Nézet-Séguin, gracefully drew the brilliance of the “rising sun” that Mozart so vividly illustrated in his music.
Oropesa's interpretation of "A Berenice... Sol nascente," is perhaps superior to the version that was released on the album in 2021, perhaps more mature, and not only stood out for its technical skill, with splendid trills and scales, but also for its solid understanding of the text and music, doing justice to the work of a young Mozart. The singer was praised by the New York public, with four salutes, in an ovation that showed that Carnegie Hall was eager to hear Oropesa again.
Leonard Bernstein’s 1949 “Two Love Songs” tell of a love that is stronger than life and can weld two souls together so that they sing a single melody. Oropesa’s butter cream tones were completely unified with Borowitz’s shimmering melodic strains. She finished the first half of the recital with an exquisite rendition of the “Vocalise” that Camille Saint-Saens wrote on a visit to Egypt in 1901. It is a wonderful text-free song that allows the coloratura to use some of her most intricate and difficult maneuvers. For Oropesa, it was a pièce de résistance.
Lisette Oropesa, who will join the Met forces on their Asian tour, last appeared at the Met as Gilda in Verdi’s Rigoletto in December 2022. Judging from the reception she received, the soprano has been greatly missed. Although this brief appearance singing two Mozart arias hardly sated her fans’ desire to hear more of her.
The first of the two arias was “Vado, ma dové,” K. 583, which Mozart composed in 1789 for soprano Louise Villeneuve. Little is known of the soprano, except that she was the first Dorabella in Così fan tutte; Mozart write this insertion aria for Villeneuve to sing int Martín y Soler’s Il Burbero di Buon Cuore.
Unsurprisingly, with the passage of time, Oropesa’s lyric coloratura soprano has grown in size and complexity. “Vado, ma dové” was less of a coloratura showpiece for Oropesa than an opportunity for her to display the beauty of her middle range. Her voice was especially creamy and rich in the second section of the aria in which she sang imploring for love to be her guide.
Mozart composed “A Berenice – Sol nascente” K. 70 when he was only 13 as a birthday present to Prince-Archbishop Sigismund von Schrattenbach. The young genius found a congenial patron in the archbishop, as opposed to his successor Hieronymus Colleredo, who famously dismissed him from his service.
“A Berenice – Sol nascente” is a licenza, as opposed to either a stand-alone aria or an insertion. Intended as an epilogue for Giuseppi Sarti’s opera-seria Vologeso, it opens with an extended recitative in praise of Prince Sigismund, which provided another opportunity for Oropesa to display the warmth of her middle register, as well as her flair for bringing words to life.
Ms. Oropesa was exquisite in “Caro nome” from Verdi’s “Rigoletto.”
“Oropesa performed the lovely solo, “Et incarnatus” with radiant beauty, and her stunning trills, leaps and embellishments were in perfect tandem with the winds of the CSO”
“In the evening’s first half, Oropesa displayed impressive vocal flourishes and flexibility in the soprano showpiece, “Exsultate, jubilate.”
She, for her part used her light, clear sound effectively, with no signs of strain up to high D in the climactic passage.
ropesa desgranó una Sombre forêt desplegando lirismo, elegancia y las exigencias requeridas en su predominante escritura silábica, efectuando los encantadores saltos de octava (la guinda del pastel canoro) con impecable precisión y remate.
La plegaría de Pamyra en Le siège de Corinthe exige otros recursos expresivos, y Oropesa se dejó llevar por la sublime melodía con un pulcrísimo canto legato, dando al mismo tiempo el necesario contenido emocional. Una delicia que destacó el valor de la página.
A gentle diva, Oropesa, who seems to be pervaded by a light, elegant and aristocratic grace without being distant, incisive as an interpreter without ever being affected and, above all, without sacrificing spontaneity. The timbre is really beautiful in color and roundness, the voice is full-bodied in the centers and gradually softer and more mellow in the passage up to bright highs, which really fill the room. Moreover, the singing is always excellently projected, the technique is superb (the trills are wonderful), the phrasing is elegant and cared for, the nuances are remarkable.
Singolarmente la Oropesa ha giocato le sue carte migliori nell’aria dai Masnadieri (opera con cui aveva fatto il suo fortunato debutto nella sala del Piermarini), come nell’aria dei gioielli del Faust, in cui ha fatto valere tutta la sua souplesse virtuosistica come i trilli granitissimi, per guadagnarsi poi il massimo successo nella struggente “Robert, toi que j’aime” dal Robert le Diable di Meyerbeer, magistralmente risolta con una levigatezza d’emissione, una fantasia nelle mezzevoci e nei pianissimi, una cadenza spettacolare per arditezza strumentale e precisione davvero superlative.
All of the things I love about her singing were in abounding evidence tonight: the distinctive colour, the mastery of dynamics, the magical turns of phrase, the imaginative way with words. In three Mendelssohn songs - "Wanderlied", "On the Wings of Song" and "Suleika" - Lisette cast a spell over the hall, and Mr. Kalish was a most valuable fellow sorcerer.
For someone with the slight build of a marathon runner (she is one, and apparently a very good one, too), Oropesa gives an impression of having limitless resources of vocal power, which, wisely, she managed to keep under wraps for this program while never sounding reined in. She’s a lyric soprano with the kind of seamless voice that can travel smoothly on a single vowel from the bottom of her huge range to the top, arriving pianissimo and in tune — and then sustaining it effortlessly (or so it sounded) for an apparent eternity. This, coupled with astonishingly accurate agility, made Haydn’s “Ragion Nell’alma Siede” something for the opera-lovers in the audience to revel in instead of having to hang on for dear life while hoping for a safe landing.
The evening opened with “Ragion nell’alma siede,” an aria from Haydn’s opera Il mondo della luna. It was a gutsy move, and Oropesa easily filled the smaller venue with sound. The accuracy during runs was striking, as were the highest notes, all produced with facility. Her tone turned especially limpid on the little cadenza. Pianist Vlad Iftinca, who was a consummate musical partner throughout the program, gave vitality to the long introduction to the piece.
Three familiar songs by Mendelssohn himself followed. In “Wanderlied,” “Auf Flügeln des Gesänges,” and “Suleika,” soprano Lisette Oropesa’s clear, agile, well-placed voice easily projected this composer’s distinctive brand of submerged passion, and pianist Gilbert Kalish subtly rendered his busy accompaniments.
Oropesa’s pinpoint intonation rang like a silver bell through Mendelssohn’s euphonious harmonies. A delighted audience rewarded the pair with vigorous applause.
The vocal part of the gala opened by Lisette Oropesa: the American soprano, scenically casual and equally brilliant in her soaring on the staff, addressing the pages from Semiramide ("Bel radius flattering") and from the Barber of Seville ("Una voce poco fa") it brings us back a Rossini with a "liberty" taste, funanbolic in the variations, not "philological", but with a sure hold on the public.
La soprano cubano-norteamericana Lisette Oropesa mostró dos factores esenciales en su canto, un gran fiato y una perfecta afinación. Ya se sabe que, cuando concurren el correcto manejo de la respiración y una emisión bien proyectada, el uso técnico vocal se ve muy facilitado. Su voz, además, resultaba siempre de igual color y no abandonó nunca la belleza cromática de su limpio timbre, ni siquiera en alguna que otra nota grave en la que su voz pueda incomodarse. Su actuación fue de más a menos. desde un comienzo académico hasta llegar a la interpretación de Schubert. Fue entonces cuando se mostró más expresiva, y también cuando Rubén Fernández
In her early Mozart aria A Berenice, Ms. Oropesa changed colors, played with the words, ripped up and down the scale like a marathon sprinter, and offered a rainbow-colored gift to us all.
(By the way the story that A Berenice was the 13‑year‑old Mozart’s thank‑you letter to Aunt Berenice for a bar mitzvah gift is almost certainly fallacious.)
This was Queen of the Night stuff incarnate. Coloratura, yes, with scales darting past a high D. Yet also tender, with a sensuous legato. Trills worthy of any Classical diva, precise leaps over the octaves. But above all, a care for the words, a change of sounds, a miraculous merger of vocalism and verbal understanding.
Lisette Oropesa, à Bâton-Rouge, prête sa finesse prosodique à des intervalles définis avec une immense précision et à une ligne de chant déconfinée.
Con fines benéficos e intención de redimirse, claro. La más brillante, de largo fue la soprano cubano-estadounidense Lisette Oropesa, que interpretó el aria «Regnava nel silenzio» de «Lucia di Lammermoor». La ópera de Donizetti, a la que habían consagrado en este 2020 la «prima» de La Scala antes de que llegara la pandemia, se vio relegada a una actuación más.
Es war das Vorspiel zu dem Moment, als die Protagonistin des Abends, eine der gefragtesten Sopranistinnen der Welt, die Bühne betrat und bewies, warum ihr Terminkalender so voll ist. Lisette Oropesa verblüffte das Publikum mit einem abwechslungsreichen Repertoire, in dem Meisterwerke von Größen wie Donizetti, Verdi, Bellini und Rossini zu hören waren. Ihre Stimme vereinte die Weichheit von Samt und die angenehme Frische einer Sommerbrise.
But let's start with Oropesa, who was all bel canto, all the time at the concert, showing us that the Met doesn't have to look far for an Elvira in Bellini's PURITANI or a Lucia in Donizetti's LUCIA DI LAMMERMOOR. Her shimmering "Qui la voce" from PURITANI and her part in the famed sextet from LUCIA (though it sounded more like a trio here, with three young singers no match for Oropesa, Costello and Rucinski) were memorable moments and smart choices for the soprano.
And though it's unlikely that the Met will do Rossini's TANCREDI anytime soon, Oropesa's "Come dolce all'alma mia" showed off her gilded soprano in the ingenue-ish role of Amenaide. Yet, she could be paired up very nicely with another of the evening's headliners, Jamie Barton, in the title role.
Nos gustó mucho el melismático bolero de Delibes en el que exhibió todo tipo de escalas, picados y sostenidos gorgoritos y una inmaculada afinación. En la segunda mitad, como belcantista de depurada técnica, la jovial soprano atrajo la atención con el aria de la ópera L´Elisir D´Amore de Donizetti y sobre todo, en la difícil canzonetta «La Primavera» de Mercadante. Sin duda, Lisette Oropesa se movió a sus anchas en las piezas más ligeras, en las que su voz se adentraba con absoluta seguridad en los filados etéreos y en el dominio del registro agudo.
The arias sung at the start and close of this part introduce the soprano and tenor voices. Ms. Oropesa’s introductory piece, “Ich folge dir gleichfalls mit freudigen Schritten” (“I shall follow you likewise with joyful steps”), was sung with a nice sense of melodic evenness, emphasizing especially the central line, “mein Leben, mein Licht” (“my life, my light”). Her voice blended well with the double flute accompaniment.
Eccellenti e straordinari tutti gli interpreti, dall’ineguagliabile Pappano e dai due solisti, il baritono Vito Priante e, soprattutto, il soprano Lisette Oropesa
Lisette Oropesa que le public parisien a découverte dans Les Huguenots à Bastille en septembre 2018 propose ensuite « Robert, toi que j’aime », un extrait d’un autre opéra de Meyerbeer, Robert le diable. Son interprétation émouvante et nuancée, parsemée de demi-teintes exquises capte durablement l’attention en dépit de deux aigus légèrement stridents et un peu bas dans la dernière section de l’air qui n’ont pas empêché le public de l’applaudir chaleureusement. Cette partie, finalement plus captivante que la première, s’achève en beauté avec la grande scène de Saint Sulpice extraite de Manon. Bernheim propose un « Ah fuyez douce image » irréprochable vocalement et stylistiquement, mais dans le duo qui suit on aimerait percevoir davantage la fougue amoureuse qui anime le personnage. Oropesa est en revanche une Manon tout feu tout flamme, pleinement convaincante dans sa robe rouge fendue sur le devant.
Habiendo debutado en 2007, todavía conserva completamente las características de soprano ligera, si bien goza de un apreciable volumen y proyección -la voz «corre» sin problemas- y es muy homogénea de arriba abajo, utilizando también adecuadamente el canto de pecho -con las limitaciones propias de su extensión natural-, pudiendo así abordar sin problemas los registros más «graves». También contribuyen determinantemente a su atractivo su capacidad de matización, la inteligente utilización de las medias voces -posee un centro bien resuelto-, y una muy buena dicción y administración del fiato, que le permiten frasear y moldear a conciencia su canto legato. Además creemos que su canto en idioma francés es muy correcto.
En deuxième partie, Oropesa nous offrira une valse de Juliette miroitante à souhait : sa voix possède ce brillant orné de velours qui laisse jaillir une artiste élégante et noble. Ensuite Camarena attaquera « Ah, lève-toi, soleil » du même ouvrage. Magistral aussi, car l’éclat de son instrument est mis au service d’un interprète engagé, intelligent et sensible.
Por último, la soprano Lisette Oropesa demostró ser la voz más en forma y fresca. Con una técnica cristalina, de dicción clara y coloraturas radiantes, fue una eléctrica Adina en su dúo con Camarena, grácil en su romanza de la zarzuela Monte Carmelo de Moreno Toronja y rutilante en su vals de Juliette. Dejó al público con ganas de un deseado regreso con un rol protagónico, ya que se encuentra en el mejor momento de su carrera.
Per dosare bene tutti gli ingredienti ci vuole la persona giusta e la persona giusta è senz’altro Lisette Oropesa. Si presenta nel nostro salotto allargato con un bell’abito ispirato alla moda risorgimentale, ma lo sdrammatizza con la grazia di una Fille du régiment che ha imparato le buone maniere senza perdere la sua genuinità. Resta in equilibrio fra il personaggio che via via incarna, sia pure per un cameo di pochi minuti, e la dimensione concertistica in cui è e deve essere sé stessa. Musicista finissima, fa ciò che vuole con la sua voce leggera e penetrante, e per fortuna ciò che vuole è fraseggiare con gusto, intenzione, ispirazione, garbo e malizia. Non lascia nulla al caso ma appare spontanea, empatica, con uno sguardo e un sorriso conquista il pubblico e questa non è gigioneria, è arte. Quando un artista vuole fare il simpatico e ostenta solo sé stesso lo si riconosce, e non è questo il caso: qui Lisette Oropesa trasmette solo amore per quel che fa, amore per il pubblico, gioia nel dar vita a questa musica e a questi versi.
Et d’abord, donc, c’est à deux que s’illustrent les invités du soir, qui d’emblée imposent leur charisme et leur magnétisme à portée de souffle de l’auditoire. Elle, avec sa voix d’une grande pureté, à la ligne infaillible et aux aigus célestes, qui restitue toute l’intensité de Violetta les bras en croix, les yeux regardant haut et loin, avec une voix solaire et expressive lustrée par les teintes du déchirement, tel dans le « Dite alla giovine » tout en touchante éploration.
È comunque l’altra Giulietta, alla quale Bellini fa cantare quell’”O quante volte o quante” che insieme al recitativo da cui è preceduta è sistematicamente straziata da quasi tutte le partecipanti a qualsiasi concorso lirico e svilita a nenia melensa, alla quale il soprano statunitense rende tutta la sua profondità lavorando di cesello su ogni singola parola e su ciascuna nota.
La Oropesa sale poi definitivamente in cattedra dando voce ad un’Amalia – solitamente vittima di un insopportabile overacting vocale – animata da una meravigliosa fragilità piena di forza.
Lisette Oropesa, in Robert le Diable, raised the spirits.
Pero la ovacionada aún nos tenía reservadas dos “propinas”, donde mostró toda su gracia y buen hacer que la han convertido en una de las sopranos de referencia del panorama internacional. Meyerbeer (‘Robert, toi que j’aime’ de Robert le diable) y Verdi (‘Merci jeunes amies’ de Les vêpres siciliennes) resultaron ser lo mejor de la noche. Oropesa no defraudó y el público aplaudió a rabiar.
Un aleteo vivaracho abría el recital con la Paloma de Oropesa, quien desde un primer momento ya prometía desde aquí la asombrosa vocalización de cuanto cantaba, y si algo no se le entendía es porque era prácticamente imposible (las zonas más agudas de las sopranos suelen luchar con este escollo). Digamos también que por el hecho de alcanzar agudos estratosféricos su voz no es delgada y ni sin cuerpo, una cualidad que la hace más versátil y su color más variado. Es verdad que también posee un vibrato nervioso, que debe ser más de una técnica determina o una costumbre antes que defecto de su canto, puesto que en las 'Siete canciones populares españolas' que siguieron dicho vibrato se lentificó en las piezas más pausadas ('Asturiana', 'Nana').
Sottile con il fisico da cui proviene sembra la voce di Lisette Oropesa, ma questo con questo filo l'artista sa tessere trine preziose, ricami e trasparenze, giocare in un'ampia gamma dinamica; scala caparbia le vette del pentagramma, e quando sembra che il suono possa essere un po' dritto e rischiare d'indurirsi, stupisce modulandolo con decisione. Così, ancora una volta non è un qualche arcano incanto timbrico o coloristico a colpire nell'astrazione del vocalizzo Le rossignol et la rose di Saint-Saëns, bensì, si direbbe, il suo contrario, un suono quasi prosciugato all'essenza e di lì condotto nelle volute della coloratura estetizzante del secondo Ottocento. Non trascendentale, affabile, piuttosto, fine, sciolta, duttile e sicura. Quando, poi, in chiusura di programma, torna al belcanto italiano con un omaggio a Rossini, la leggerezza fanciullesca si riarrotonda per offrire una piacevole, sognante Amenaide (“Come dolce all'alma mia”) e una Fiorilla (“Squallida veste e bruna”) debitamente ardita nei virtuosismi. Fra applausi calorosissimi, Juliette tornerà a dimostrare l'affinità del soprano con il repertorio francese e Violetta la sicurezza della preparazione anche in un cimento dei più insidiosi.
Lisette Oropesa regaló como primer bis la pieza de la zarzuela Monte Carmelo ‘Madre de mis amores’, deleitándonos con un dominio absoluto de las agilidades, posicionándose como una de las mejores sopranos de coloratura de la actualidad. La gala terminó con un segundo bis del maestro Ernesto Lecuona, la romanza ‘María la O’, que puso en pie a los espectadores que abandonaron la sala de conciertos de Bilbao con la sensación de haber escuchado a una cantante excepcional a la que desean volver a escuchar con una ópera en las próximas temporadas de ABAO.
La migliore: Lisette Oropesa (voto 9)
Il soprano Lisette Oropesa ha fatto capire cosa sarebbe potuta essere la prevista ‘Lucia di Lemmermoor’. Toccante il suo “Regnava nel silenzio”, fatto di splendide colorature e tanto altro
Ms. Oropesa and Mr. Churchwell brought uncommon freshness to this music, which somehow hovers on the divide between breathless desire and spiritual calm.
Ms. Oropesa combined vocal refinement with articulate delivery of the texts. It’s impressive that all of the English translations printed in the program (the recital spanned Italian, German, French and Spanish) were by Ms. Oropesa herself. Clearly, she involves herself deeply in the words she sings.