Soprano | Lisette Oropesa | |
Piano | Rubén Fernández Aguirre |
SAVERIO MERCADANTE
La stella
La primavera
GAETANO DONIZETTI
Se a te d’intorno scherza
L’amante spagnuolo
FRANZ SCHUBERT
Diddone Abbandonata: Vedi quanto adoro ancora ingrato
FRANCIS POULENC
XV improvisation: Hommage à Édith Piaf (piano solo)
GEORGES BIZET
Adieu de l'hôtesse arabe
Ouvre ton coeur
GIOACCHINO ROSSINI - Il turco in italia
Non si da follia maggiore
VINCENZO BELLINI - La sonnambula
Oh se una volta sola...Ah! non credea...Ah! non giunge
MANUEL GARCÍA – L’isola disabitata
Obertura (piano solo)
JULES MASSENET - Manon
Adieu, notre petite table
GIACOMO MEYERBEER - Les Huguenots
O beau pays
Digámoslo cuanto antes: el recital ha sido un éxito sin paliativos. Uno, que no es amigo de este formato, no recuerda en los últimos años una cantante con la calidad vocal de Oropesa en recital alguno. La voz es de bello color, uniformidad en todos los registros –aunque algo matizado en la zona más grave, lo que parece natural- un fraseo de calidad y una implicación con el texto digna de aplauso.
Además, técnicamente Oropesa nos ofreció detalles de alta calidad, de esos que están destinados para disfrutar casi en la intimidad. Por poner solo dos ejemplos, el trino final de la segunda pieza de Mercadante, La primavera, está alcance de pocas; y en la segunda parte, en la operística, toda la escena final de La sonnambula de Bellini fue un ejemplo de buen decir, de implicación con el personaje y de generosidad con el público pues la soprano incluyó el recitativo, muy sentido, el aria y la cabaletta final.
— Enrique Bert • Platea Magazine
La soprano cubano-norteamericana Lisette Oropesa mostró dos factores esenciales en su canto, un gran fiato y una perfecta afinación. Ya se sabe que, cuando concurren el correcto manejo de la respiración y una emisión bien proyectada, el uso técnico vocal se ve muy facilitado. Su voz, además, resultaba siempre de igual color y no abandonó nunca la belleza cromática de su limpio timbre, ni siquiera en alguna que otra nota grave en la que su voz pueda incomodarse. Su actuación fue de más a menos. desde un comienzo académico hasta llegar a la interpretación de Schubert. Fue entonces cuando se mostró más expresiva, y también cuando Rubén Fernández
— Nino Dentici • El Correo
Oropesa se mostró no solo cómoda sino incluso contenida en las primeras piezas, con una emisión firme plena de cálida morbidez, que se regodeaba en un registro medio de asombrosa riqueza, aunque sin miedo de explorar la carnosidad de las notas más graves o los holgados agudos –que, astutamente, dejó para las últimas intervenciones– gracias a una impecable calidad técnica que le permite un timbre flexible, homogéneo y brillante en todo su registro.
Destacable su control del fiato, pero más aún porque no abusa del fraseo solo por hacer alarde de su impecable legato, sino porque cada respiración está premeditadamente realizada con la expresividad justa, integrándola en el propio canto. Con la misma sencillez –por no llamarla humildad–, coloraturas y adornos fueron ejecutados con resolución pero sin regodeos ni aspavientos, de modo que no resultaron vacíos juegos de malabares sino refuerzos de la expresividad musical; y los sobreagudos, derrochando ligereza y presencia a partes iguales, fueron justamente racionados, sin ánimo de buscar el aplauso fácil.
— Franco Madariaga • Naiz
Para entonces Oropesa ya había mostrado sus extraordinarias dotes vocales. La primera, que su espléndida voz muestra timbre y resonancia igual en todos los registros; llega cómoda a la zona central y sostiene bien los graves. Además se pasea por las dificultades como si no lo fueran para ella, y ataca los agudos sin portamento alguno, con precisión segura o, a veces, deslizándose a ellos con una finura y fluidez llenos de belleza y encanto; siempre con magistral dominio de las dinámicas y cuidado en la expresión.
— José Miguel Balzola • Opera Actual
Oropesa no arrancó con un ¡boom! que rompiese drásticamente todos estos meses de sequía sino con dos canciones de Mercadante que parecían miniaturas inapreciables, diminutas por la simplicidad de su música, en las cuales la voz mostró ya su presencia, creando un mundo que era suyo, con una amplitud, una igualdad, un cuerpo y un color que sedujeron desde el principio.
— Asier Vallejo Ugarte • Scherzo Magazine