Lisette Oropesa cantó con una gran musicalidad, estuvo segura en los ornamentos, con un gran dominio del estilo, una expresión muy convincente, aguantando con brillantez la complejidad y duración de su papel.
El Liceu ha pogut comptar per aquestes representacions amb el talent emergent de la soprano Lisette Oropesa, una cantant de tracte proper i exquisit (res a veure per tant amb el “dimoni” Cuzzoni). La veu lírico-lleugera d’Oropesa pateix en algun moment d’una partitura extenuant i excessivament greu, però amb la seva tècnica impol·luta i uns imaginatius ornaments acaba portant el personatge a la seva tessitura, component una interpretació absolutament colpidora i fascinant. Si haguéssim de triar un fragment (arriba a cantar fins a 8 àries!) ens quedaríem amb el bell lament de l’acte tercer, “Se’il mio duol”. La soprano debutava al teatre i en el rol; no podem més que desitjar noves visites per la seva part.
Lisette Oropesa dio vida a una Rodelinda sin mácula. La joven soprano estadounidense, una de las sensaciones del panorama lírico actual, debutaba en el teatro barcelonés y cosechó un merecido triunfo. Oropesa exhibió una voz bien proyectada en todo momento, de bello timbre, cálido, elegante, de acentos mórbidos y homogéneo en todos los registros. Una voz aunada a una técnica sin debilidades, que permitió a la joven soprano afrontar con inapelable solidez el virtuosismo de sus arias. Teatralmente, la soprano de Nueva Orleans se desenvolvió con espontaneidad y magnetismo en todo momento, completando una actuación redonda. Sin lugar a duda, la estrella de Oropesa está llamada a brillar con intensidad en el repertorio lírico durante los años venideros.
Doble debut de Lisette Oropesa: al Liceu i com a Rodelinda. La soprano estatunidenca és especialista en belcanto romàntic i el timbre i la projecció de la veu ho delaten, però Oropesa s’emmotlla a l’estil händelià i se’n surt amb nota gràcies a passatges exquisidament resolts, com ara l’ària Ombre, piante, urne funeste del primer acte.
Un lujo, tanto como el que ofreció el impresionante y auspicio debut de Lisette Oropesa en el papel titular, quien impuso una voz de gran belleza y esmalte, dominio estilístico y sentido teatral, fascinando con las arias a su cargo y poderosa en el ornamento.
Händel exige un enorme despliegue vocal a la soprano y Lisette Oropesa encarnó una reina de Lombardía de gran factura dramática, con aplomo en el despliegue de la multifacética Rodelinda, vulnerable y desafiante, tierna y agresiva... Dotada de un centro esplendoroso, haciendo uso de un magnífico legato y de una voz fresca y bien impostada redondeó un debut brillante en el Liceu. Con momentos emocionantes como una conmovedora “Ombre, piante” –soberbias las flautas en el diálogo– se metió en el bolsillo al público.
La soprano Lisette Oropesa trunfó con una interpretación de Rodelinda de coloratura espetacular, bellas ornamentaciones y una calidez y riqueza expresiva cautivadoras. Guth la mantiene en escena casi toda la ópera, en un trabaja extenuante como actriz que, de forma admirable, muestra las agitadas emociones de una mujer enamoradad y fiel, que sufre, se resigna y se rebela con furia.
La Rodelinda de Lisette Oropesa recogió claramente el guante protagonista en un voraz debut; voraz en las indecisiones del personaje, en las aceptaciones, en las negativas, voraz en los aplausos en los que insistió el público.
Con fantasía y buen gusto en las ornamentaciones y una coloratura espectacular, Lisette Oropesa es una Rodelinda de ensueño. La voz es bella, cálida, rica en colores, tan fascinante como su riqueza expresiva. Siempre en escena —y eso que la ópera dura más de tres horas— muestra de forma admirable las agitadas emociones de una mujer enamorada y fiel, que sufre, se resigna y se rebela con furia.